Apelo a mi fuerza de
voluntad
Tengo una debilidad
¡Ay que calamidad!
mi vida es un disgusto
Este es el comienzo de una famosa canción de Antonio Machín,
pero perfectamente lo puedo trasladar en mi propia existencia como una queja
con la que me fustigo día y noche apelando al mal de conciencia por mi dichosa
e inexistente falta de fuerza de voluntad.
Son muchos los gimnasios que he visitado y preguntado: -¿Qué
ejercicios he de practicar para tonificar mi masa muscular y ganar fuerza de
voluntad?... Las respuestas han servido para bien poco ya que me han tomado por loco y no seré
yo el que les quite la razón, pues lo mío es evidente.
Cuán fácil resulta soltar por la boca que todo es alcanzable
con fuerza de voluntad, pero el problema viene cuando tu naces y no la traes
incluida en el pack. ¿Qué haces?... ¿la compras? Podría resultar incomodo e
incluso falto de moral imponer algo ajeno a tu propia libertad por llevar a la
práctica una voluntad de la que realmente no eres consciente. Como cantaban
"Pata Negra"; Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda.
En el plano religioso siempre se emplea a la máxima autoridad
como a un ser divino que dicta las normas a seguir para que te conviertas en un
ser bondadoso, pero conseguir la bondad no te lo vende como un disfrute de lo
bueno en vida; todo lo contrario el ser bondadoso se consigue con un sacrificio
constante y martirizante con la promesa de premiarte en el "más
allá".
Incluso enfrentándome a la amenaza de quedarme ciego, en
plena adolescencia me sentía incapaz e incompetente para darle la orden a la
diestra de que se quedase quieta y no obtener aquel placer que aunque no me
dejaba ciego hacía que los ojos se me quedasen en blanco ¿Cómo esa deliciosa sensación
podía ser pecaminosa?... ¿para qué usar la fuerza de voluntad?... A lo mejor de
haberla tenido hoy no sería miope.
Hoy, cuando estoy a poco más de veinticuatro horas para por
vez primera hacer uso de mi desconocida fuerza de voluntad, le ruego que si de
verdad existe que venga a mi encuentro... ¡No es que yo pretenda buscar el
cielo dejando de fumar! simplemente es que ya me voy dando cuenta por motus
propio que el tabaco coarta mi libertad de respirar, el placer del oler y el
degustar. Y por otro motivo más... que el techo del salón se está poniendo
amarillo y es a mí al que me toca pintar.