jueves, 24 de enero de 2013


LA GRANDEZA DE LA SENCILLEZ

¡Buenos días queridos vecinos y tertulianos!
Hoy me desperté temprano, seguramente el nerviosismo y la impaciencia le ganaron la batalla a la química de la pereza. Era una intranquilidad sana pues no veía el momento de que llegase la mañana para disfrutas del último de los regalos de reyes que llegose con algunas jornadas de retraso.
El presente vino de las manos de mi hermana Conchi y aunque las instrucciones venían en inglés no me hizo falta traductor para comprender el funcionamiento.
Tecnológicamente no es que sea un gran invento, pero en lo placentero pocas cosa hay que lo puedan igualar, y no me seáis mal pensados pues no tiene ningún interruptor que lo haga vibrar. Tampoco dispone de conector ni motor, pero tiene la cualidad de recargarte las pilas ¡Qué apañao es!
¡Por fin lo tengo entre mis manos! Me da un calor casi maternal y con solo contemplarlo me refresca la memoria recordándome historias vividas en mi niñez. Historias que brotan como el genio de la lámpara de  Aladino, tras una flotante cortina de humo. Para algunos serás insignificante pero para mí eres un ejemplo a seguir para el resto de los humanos pues el mejor de tus calificativos es la sencillez, algo de lo que la mayoría carecemos.
¿Cuántos labios habrás besado? ¿cuántas tertulias compartidas siendo tú el centro de atención? ¿cuántos secretos guardados? Distes de beber al sediento aunque al final terminaste colgado, denostado y olvidado como aquel crucificado pues el progreso de la humanidad suele ser material, ficticio e incluso inmoral.
Te vuelvo a acariciar después de muchos años y compartiendo contigo el café he llegado a comprender lo mucho que te he echado de menos y por todo esto diré:
¡JARRILLO DE LATA... TE QUIERO!

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