Historia para no
dormir... ¿QUÉ NÓ?
En este relato todos los personajes son ficticios, cualquier
parecido con mi mujer es pura coincidencia.
Todo se inicio una mañana calurosa de verano, comenzaba a
disfrutar la batalla ganada a un mosquito trompetero y ya roncando al compas del tres por cuatro dejaba
correr por la comisura del labio un hilillo de baba cuyo otro extremo terminaba
por confluir en la almohada dejando todo el material viscoelástico con el
aspecto de un enorme bizcocho borracho.
Encontrábase la criatura en ese estado catatónico cuando unas
manos lo zamarrearon de tal manera que creyose ya difunto bajo los escombros,
pensando que el edificio se había venido abajo tras un terremoto de 300 grados
en la escala Richter equivalente a cuatro mil bombas atómicas, dos petardos de
los gordos y cuatro triquitraques.
Abriose los ojos espantados del susto, aun no sabía lo que ocurría,
buscó las gafas en la mesilla de noche... ¡Y digo yo! ¿a esa mesilla cómo se le
llamará cuando es de día?... A lo que íbamos... y fue en ese momento cuando vio
a su mujer en pie junto a él, levantándose el camisón y quedándose tal como su
madre la trajo al mundo.
-¡Los sueños qué raros son, estoy viendo a mi mujer
pidiéndome que hagamos el amor!
-¿Qué dices carajote?... ¡mírame bien!... ¿no ves nada
extraño?
La palabra carajote es la clave para que se te agudicen los
sentidos, eso lo tengo visto y comprobado.
Se fijo atentamente y observó como el cuerpo de su amada tenía
más pintitas que un pelirrojo con varicela.
-¿Y eso que és?
-¡Con más de 50 no creo que sea sarampión... esto es una
intoxicación!
-¡Pero si la lechuga la enjuagué y en el arroz tres delicias
las gambas jugaban al esconder! ¡Además a estas altura de mes! ¿con qué te vas
a intoxicar?
-¡Y yo qué sé! pero vístete que nos vamos para urgencias.
-¿A la barriada de la Paz?
-¡No a la residencia!
-Si yo solo lo preguntaba por poner la dirección en el TomTom
-¡Tomtom!... ALIJERATE QUE CON LA CARAJA TUYA ¿PA QUÉ
QUEREMOS MÁS TONTO?
-¿Nena saco el pañuelo por la ventana?
-Mira, saca el pañuelo porque te va hacer falta para cortarte
la hemorragia de la piña que te voy a dar.
Como ya conté esta mañana ¡que buen invento el del móvil! En
la sala de espera me dio tiempo de escribir una trilogía.
Cuando nombraron a la Santa por megafonía dijeron su nombre,
apellido y yo que me había quedado medio
dormido creí que se me había perdido en la playa y solo se me ocurrió decir:
-¡Po el que la encuentre pa él!
El cosqui ya me hizo despertar y escuchar que pasase por triaje.
Yo entré tras de ella y con mucha educación pregunté a la enfermera:
-¡Mire usted! con la bulla se me olvido el traje y vengo en
chandal, pero ella es mi mujer... ¿puedo pasar?
Como siempre solo hizo falta una mirada para que yo
comprendiese.
Tras el análisis correspondiente y otra larga espera salimos
a la calle con más sueño que cuando llegamos y dos recetas.
Farmacia de guardia (que buen invento el del móvil) según nos
dice internet en C/ San Félix, entre el Faro y el Manteca. En vez de paté de
cabracho o chicharrones pedimos una ración de Urbasón que se la comió entera mi mujer porque yo no
tenía muchas ganas.
Ya de vuelta a casa me dejo bien claro que ante preguntas
indiscretas del vecindario la respuesta debía de ser concisa y escueta. ¡CÓMO
QUE YA ROMERIJO NO ÉS LO QUE ERA!