EL NIDO VACÍO
Me recordaba a mi hijo Koe de bebé, se llevaba toda la noche
dando por culo, llegó el momento en que mi Santa y yo decidimos turnarnos para
dormir un día cada uno ya que temíamos ser pasto de la locura. Pienso que la decisión
la tomamos demasiado tarde, por lo menos en lo que respecta a mí.
Hoy cuando los niños se fueron, marcharon, se independizaron,
los exiliaron... ¡vamos, cuando más tranquilos estamos! en vez de pensar que esto forma parte de la
vida, carajotes de nosotros (los padres) nos deprimimos sintiéndonos
abandonados y tristes, es el síndrome del nido vacío.
Esta situación hace que nos dejemos de sentir importantes para nuestros hijos, excepto
cuando vienen por los Taper y se sientan en la cocina arramplando con todo lo
que ven en el frigorífico.
Tras
volver a marcharse nos dejan irritables, angustiados y haciendo una nueva lista
para ir al supermercado.
Volvemos
al inicio... ¡hijo de la gran puta no me dejaba dormir!... ya no hablo de mi
hijo, me refiero a un mosquito. Más de una hora de soportar ese zumbido agudo,
se cachondeaba de mí metiéndose por el interior del oído y saliendo de entre
los pelos de la nariz. Yo ya estaba como Don Quijote luchando contra los
pellejos de vino, había probado puntería con las zapatillas, la lamparita, el
despertador, los cojines. Me auto-abofeteaba, pero el cabrón se licenció en
pilotaje en la misma academia que el Varón Rojo y estaba dando por la
habitación una auténtica exhibición de vuelo... ¡vamos, que se puede ir al
carajo la Patrulla Águila!
A
todo esto la Santa dándome una envidia enorme, con su ronquido suave y
melódico, ese hilillo de baba que le brota por la comisura del labio hasta
dejar la almohada como un bizcocho borracho y sin enterarse de la guerra que yo
mantenía.
¡Total!...
que si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Con lo que adopté
al mosquito para superar el síndrome del nido vacío. Habíamos pensado en
adoptar a un chinito pero cuando se hacen grandes les da por alquilar un local
y tienen a la familia trabajando veinticuatro horas al día, y la verdad es que yo
ya no estoy para esos trotes.
El
mosquito era más fácil de llevar, lo inscribí en la escuela del encantador de mosquitos
y ya no me picaba ni me hacía ronchas. Aprovechaba las tiras reactivas con las
que yo me hago la prueba del azúcar y se pegaba un banquete de padre y muy
señor mío. Estaba gordo y rechoncho, tenía el abdomen del tamaño de un morcón y
aunque me costó mi dinerito también lo matriculé en una academia de música. Con
lo cual por las noches me dormía al ritmo de baladas de trompeta.
Le
puse de nombre Blas y todo funcionaba de maravilla hasta que conoció una
pandilla de bichos que a mí no me gustaban mucho y así se lo hice saber...
¡Dimes con quien anda y te diré quién eres!
Fue
el disgusto más grande de mi vida. Ese día a la hora de dormir cambió las
baladas de trompeta por un toque de retreta y el himno nacional.
-¡Pero
qué haces Blas, me has asustado, me acabas de espabilar!
-¡Lo
siento papá! (porque el mosquito me llamaba papá)... pero tengo algo importante
que decirte.
-¡No
me asustes trompetero mío!
-¡Ya
tu sangre no me satisface, con tanta azúcar es como si tomase batido de fresa y
yo soy más de Chivas!... ¡y además me he afiliado al PP!
-¡ESO
NO TE LO CONSIENTO!... ¿TÚ AL PP, BLAS?... ¡DESAGRADECIDO!... ¡VETE... NO
QUIERO VERTE... VETE... CON TUS MENTIRAS... VETE... LEJOS DE MÍ (letra y música
de los Amayas)
Desde
aquel instante ese chupasangre del PP BLAS, no ha dejado de picar de aquí y de
allá sacándoles el jugo a todas sus víctimas. Ayer lo vi dándole un homenaje,
solo pedí una cosa... ¡QUE EL BRINDIS LO HICIESEN CON "RAID"!