jueves, 22 de agosto de 2013

A MI CARMELA

Los dos aislados del mundo exterior en una aséptica habitación de hospital donde el silencio es interrumpido por las voces paseantes de una estrecha callejuela. Sufriendo estoy tu dolor por querer que fuese mío y esta soledad en pareja es la que  nos queda hasta que la vida lo permita, pues ya los pájaros abandonaron el nido volando tras una utópica libertad que en su día también nosotros emprendimos sin la obligación de volver la vista atrás como dictan las leyes de la naturaleza.
El amor es mayor su valor cuando se comparten sentimientos más que flujos, cuando tus ojos son el espejo en el que cada mañana se reflejan mis arrugas y defectos, donde una sola de tus miradas me cuentan mil historias sin necesidad de palabras.
Hoy mientras esperaba el despertar fueron pocos los segundos que me permitieron ver tu cara de cera. Allí estaba mi Carmela aun bajo el efecto de las drogas y desposeída de la virtud de la maternidad. Nunca me vi más solo en la vida, el hecho de pensar que algún día me faltases, hizo derrumbarme cual muñeco de trapo y como una marioneta me arrodillé a tus pies llorando sin consuelo.

El transcurrir de los años conlleva cierta monotonía, y van pasando el tiempo mientras otros asuntos livianos acaparan nuestras mentes, habrá que buscar un ratito... ¡poco más de tres segundos! donde día tras día le pueda decir al mundo lo mucho que yo te quiero.

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