DE PLAZA EN PLAZA
Hay tradiciones que nunca se deberían de perder, por eso me
siento molesto con este gobierno ya que ha convertido nuestra típica y querida
cuesta de enero en una escalada al Everest.
Esta mañana tras tomar el café en mi imponente jarrillo de
lata... ¡qué!... ¡eh!... ¿me tenéis envidia? Ni el más puro cristal de Bohemia
le hace sombra a mi jarrillo... ¡no, ni, ná!
¡Total, a lo que "iba"!... del verbo ir, pues como
te equivoques con la ortografía y lo pongas con "V" te cobran el 21%
de impuesto cultural. Con tanta explicación entre iva e iba me han quitado dos
veces el ascensor. ¡Por fin! bajé al
mercado que aquí es lo mismo que ir a la plaza y tras entrar por sus puertas me
di cuenta de la tremenda depresión en la que estaba sumida. Más que en un
mercado parecía haber entrado en una biblioteca pues el silencio lo inundaba
todo ¡si así hubiesen estado los mercaderes en el templo, Jesús nunca los
hubiese echado!
Félix el charcutero que siempre tiene más cola que las
taquillas del falla para las semifinales, daba penita de verlo estrujándose el
cerebro con un sudoku cuando su verdadera función hubiese sido estar tocando el
violín con una pata de jamón.
Le di un poco de conversación para sacarlo del aburrimiento,
pero cuando me vio que comenzaba a darle las soluciones del sudoku me despidió
muy atento... ¡por no mandarme al carajo! pues no hay cosa que más coraje dé,
que se metan en tu trabajo.
El de la frutería hacía malabares con tres naranjas, después
le añadió dos berenjenas, le sumó tres chirimoyas mientras en la nariz mantenía
en equilibrio una zanahoria. Hasta que se dio cuenta que yo era el único
presente y aunque me gustó el número circense, vio que yo soy cliente fijo y
fiel... de la competencia con lo que colocó todo el género en sus cajas
incluidas las chirimoya y me pidió perdón por hacer el gilipollas. Yo le
contesté que el espectáculo había sido genial y que si algún día tenía que
cerrar la baraja que mandara su currículum al Circo del Sol, lo único chungo es
que tiene la sede en Canadá.
El carnicero ni me vio ya que estaba muy ocupado...
practicando tras el mostrador, muy ensimismado, con los ojos cerrados y
abrazado al cadáver de un cochino mientras bailaba al son de un bolero de
Machín.
Cuando llegué a la pollería la "Kuki" me hizo la
ola, ya que allí estaba desesperada y sola haciéndole a un pavo un traje de crochet
para la próxima fiesta de los mercados (por Tosantos... en noviembre y aún
estamos en enero) Yo le dije: -Kuki, a este ritmo tu le haces al pavo el ajuar
entero, le vistes la casa, le pones las cortinas y hasta haces un pañito para
la mesa de camilla.
Tal como llegué me fui con mi muslo de pavo para el puchero,
antes me quise despedir de la familia Freire pero como los vi que tenían
clientela no los quise entretener, pues como nos pongamos a hablar del BARRIO
aburrimos al más paciente.
Aunque a mis relatos, como buen andaluz le incorpore el arte
de la exageración. Lo aquí narrado tiene poco de ficción y mucho de realidad...
¡PUES CON SEIS MILLONES DE PARADOS!... ¿QUE OS VOY A CONTAR?
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