Sin
ninguna pretensión
El escribir no es lo mío, yo
solo me limito por cuestión terapéutica a untar las letras como la manteca en
el pan, a veces llevan mermelada que endulzan el paladar de la vida y en
ocasiones le pongo sal o pimienta, dependiendo del pie que apoyo cuando
aterrizo en un nuevo día.
Considerarme un escritor
sería de prepotente y estafador, ya que no tengo ni inteligencia, ni saber, ni
cultura suficiente. Lo que tengo solo es atrevimiento para expresar lo que
siento y el egoísmo propio de hablar conmigo mismo reflejándome en la pantalla
de una máquina que sé que no me va a contradecir, aunque a veces la puñetera me
marca mis propias palabras con una línea roja para recordarme cuanto tiempo
desaproveché en la escuela.
Cuando el estado de ánimos
me lo permite me puedo burlar de mi mismo o de las cosas más cercanas, y si con
esto consigo una sonrisa ya me doy por satisfecho. Esta es mi única pretensión.
Mi afición por la fotografía
me hace ser un voyeur y son esas dotes de observador de donde saco las claves
de humor, un tanto absurdas, que me hacen ver la vida desde otra perspectiva menos
seria pero a veces tan importante que te ayudan a seguir adelante.
Hace pocas horas que el
Profesor (San Lucas de Frasca) se puso en contacto conmigo, como santo que es
está al lado del que todo lo ve, y él que es de robar mucho con la vista
observó en el iPod del jefe a su discípulo y hermano (es decir... a mi) más lacio
que el perejil de San Pancracio en la casa de Rajoy. Preocupado y como la
pensión cada vez anda más cortita me mandó un whatsapp (que no cuesta dinero)
para interesarse por mi estado, a lo que no le pude contestar ya que no tengo
whatsapp, más bien lo que mi teléfono tiene es malaje. Y lo digo con el corazón
en la mano pues cuando más falta te hace nunca lo encuentras, yo he llegado a
pensar en llevar una fotografía del móvil a comisaría para que lo pongan con
los carteles de los más buscados. Pero tengo un amigo policía que me aconsejó
que no lo hiciese, pues según él a la hora de la siesta es seguro que aparece...
¡y tiene toda la razón! pues a la hora de la siesta además de malaje resulta
ser un cabrón. Para colmo de malaje y cabrón, mi Santa quiere que me compre
otro que además tenga güasa... ¡PA MATARSE (Ryanair)!
Ante la falta de
comunicación me mandó a Farruquito con un mensaje en la boca para darme una
alegría, aunque la alegría se la pegó el perro pues se me enganchó en la
pernera y allí anduvo media hora hasta que se le puso aquello como una barra de
mortadela. Le tuve que echar un cubo de agua fría para podérmelo despegar.
Por fin hemos conseguido
hablar y gracias a sus ánimos aquí estamos de nuevo... ¡pero la próxima vez, al
perro te lo metes en los hue...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario