MENSAJE
SUBLIMINAL
(Basada
en hechos reales)
Cuando en nuestras vidas se
dejan ver más almanaques que fotos taurinas en la barbería de Diego "El
Varilla", a veces es necesario recurrir a aquellos inventos en los que
nuestros antepasados pusieron todo su empeño para alcanzar la gloria.
En esta época que nos tocó
vivir y donde las tecnologías son las dominadoras de todo lo que nos rodea, ya
no es necesario llevar una tiza ni un lápiz sobre la oreja para anotar aquello
que no pretendes olvidar. Hoy hasta los camareros usan una PDA, que aunque su
inventor le pusiese siglas inglesas la traducción del nombre yo la hago a mi manera: Para Después
Apoquinar. ¡Por cierto!... Apoquinar es una bonita palabra caída en desuso, que
en Puntales se empleaba mucho y que significaba PAGAR CON DESAGRADO, que era lo
que hacía el que perdía en casa de Joaqui la partida de dados.
Lo mismo que en la barra de
un bar se usa la susodicha PDA, la nuevas generaciones hacen sus anotaciones en
el móvil, cosa que a los más antiguos nos cuesta bastante trabajo, primero por
la vista cansada... ¡vamos, que no vemos un caraj...! y segundo porque como
dice el Profesor, nuestros dedos son porruos y cuando queremos pulsar una
tecla... como poco le damos a dos, con lo que nos llevamos más tiempo
corrigiendo que escribiendo.
Por eso mismo yo empleo la
tecnología de Manolo el ditero, todo las ideas las apunto en una libreta, y con
eso hago alarde de tener una memoria prodigiosa...¡nunca más lejos de la
realidad!
Empleando este método,
antiguo pero eficaz, hoy me vino al recuerdo una anécdota compartida con tres
hermanos más (Alfonsi, Makeke y Fernando)
A mediado de los 70 cuando
tres de los hermanos mayores se casaron el resto de la familia se traslado al
nuevo barrio de Loreto, allí era donde comíamos y dormíamos ya que el resto del
día atravesábamos el "BOQUETE" y seguíamos haciendo vida en nuestra Patria
chica (Puntales), tanto es así que en Loreto yo solo me hice de enemigos y
nunca de amigos.
En aquel piso nuevo los
cuatro varones que quedábamos compartíamos la misma habitación, un ropero
(suficiente para las ropas que disponíamos) y dos literas. En aquella época mi
hermano Alfonsi que trabajaba en Aeronáuticas echabas más horas que un reloj,
mi hermano Makeke estudiaba para A.T.S. mientras Fernando y yo hacíamos como
los que íbamos al colegio. De alguna que otra manera teníamos que madrugar.
La ventana de la habitación
daba a un patio interior y quiso el destino que dos vecinas de puntos opuestos
hicieran amistad, quedando para charlar entre ambas por los patinillos. Pero
estarían muy ocupadas durante el resto del día pues las conversaciones siempre
surgían a las doce de la noche.
Hartos de que nos robaran el
sueño una madrugada mi hermano Alfonsi nos comentó:
-¡A estas dos mañana las
callo yo!
A la noche siguiente ninguno
cogíamos el sueño esperando la reacción de mi hermano, pues apodándole el
"LOCO" tendría que ser algo original...¡¡Joder si lo fue!!
Cuando las vecinas estaban
en la salsa de la conversación, mi hermano pasó a la acción. descendió de la
litera, retiró la lamparita de la mesita de noche, siendo allí donde subió y
bajándose el pantalón del pijama puso el culo en posición con dirección a la
ventana. Fue tan enorme la ventosidad que de haberle puesto un mechero el
edificio hubiese llegado a la altura del cielo, ese pedo lo hubiese utilizado
un talibán para derribar las Torres Gemelas.
Mientras nosotros nos partíamos
el pecho de risa, las vecinas comprendieron perfectamente el mensaje subliminal
y a partir de aquel mismo instante ya pudimos descansar.
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