martes, 22 de enero de 2013


MENSAJE SUBLIMINAL
(Basada en hechos reales)

Cuando en nuestras vidas se dejan ver más almanaques que fotos taurinas en la barbería de Diego "El Varilla", a veces es necesario recurrir a aquellos inventos en los que nuestros antepasados pusieron todo su empeño para alcanzar la gloria.
En esta época que nos tocó vivir y donde las tecnologías son las dominadoras de todo lo que nos rodea, ya no es necesario llevar una tiza ni un lápiz sobre la oreja para anotar aquello que no pretendes olvidar. Hoy hasta los camareros usan una PDA, que aunque su inventor le pusiese siglas inglesas la traducción del  nombre yo la hago a mi manera: Para Después Apoquinar. ¡Por cierto!... Apoquinar es una bonita palabra caída en desuso, que en Puntales se empleaba mucho y que significaba PAGAR CON DESAGRADO, que era lo que hacía el que perdía en casa de Joaqui la partida de dados.
Lo mismo que en la barra de un bar se usa la susodicha PDA, la nuevas generaciones hacen sus anotaciones en el móvil, cosa que a los más antiguos nos cuesta bastante trabajo, primero por la vista cansada... ¡vamos, que no vemos un caraj...! y segundo porque como dice el Profesor, nuestros dedos son porruos y cuando queremos pulsar una tecla... como poco le damos a dos, con lo que nos llevamos más tiempo corrigiendo que escribiendo.
Por eso mismo yo empleo la tecnología de Manolo el ditero, todo las ideas las apunto en una libreta, y con eso hago alarde de tener una memoria prodigiosa...¡nunca más lejos de la realidad!
Empleando este método, antiguo pero eficaz, hoy me vino al recuerdo una anécdota compartida con tres hermanos más (Alfonsi, Makeke y Fernando)
A mediado de los 70 cuando tres de los hermanos mayores se casaron el resto de la familia se traslado al nuevo barrio de Loreto, allí era donde comíamos y dormíamos ya que el resto del día atravesábamos el "BOQUETE" y seguíamos haciendo vida en nuestra Patria chica (Puntales), tanto es así que en Loreto yo solo me hice de enemigos y nunca de amigos.
En aquel piso nuevo los cuatro varones que quedábamos compartíamos la misma habitación, un ropero (suficiente para las ropas que disponíamos) y dos literas. En aquella época mi hermano Alfonsi que trabajaba en Aeronáuticas echabas más horas que un reloj, mi hermano Makeke estudiaba para A.T.S. mientras Fernando y yo hacíamos como los que íbamos al colegio. De alguna que otra manera teníamos que madrugar.
La ventana de la habitación daba a un patio interior y quiso el destino que dos vecinas de puntos opuestos hicieran amistad, quedando para charlar entre ambas por los patinillos. Pero estarían muy ocupadas durante el resto del día pues las conversaciones siempre surgían a las doce de la noche.
Hartos de que nos robaran el sueño una madrugada mi hermano Alfonsi nos comentó:
-¡A estas dos mañana las callo yo!
A la noche siguiente ninguno cogíamos el sueño esperando la reacción de mi hermano, pues apodándole el "LOCO" tendría que ser algo original...¡¡Joder si lo fue!!
Cuando las vecinas estaban en la salsa de la conversación, mi hermano pasó a la acción. descendió de la litera, retiró la lamparita de la mesita de noche, siendo allí donde subió y bajándose el pantalón del pijama puso el culo en posición con dirección a la ventana. Fue tan enorme la ventosidad que de haberle puesto un mechero el edificio hubiese llegado a la altura del cielo, ese pedo lo hubiese utilizado un talibán para derribar las Torres Gemelas.
Mientras nosotros nos partíamos el pecho de risa, las vecinas comprendieron perfectamente el mensaje subliminal y a partir de aquel mismo instante ya pudimos descansar.

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