A
MIS HERMANOS MAYORES
Siempre habéis cargado con
unas obligaciones y responsabilidades que os tocó como si hubieseis comprado
todos los números de la lotería. Igual que la infantería llegasteis los
primeros y por ese simple hecho soportasteis la lucha cuerpo a cuerpo, os tuvisteis
que sacrificar para los que veníamos detrás tuviésemos el camino libre, y
mientras los demás recogíamos los frutos de la victoria, vosotros os lamiáis
las heridas para que otros recibiésemos las medallas de la más dura de las
batallas que es la vida.
Los pilares de una familia
son los padres, pero los cimientos solo sostienen las vigas y son las traviesas
las encargadas de aguantar el peso del techo. Vosotros fuisteis nuestras
traviesas y se os quitó de la boca el placer de poder devorar los libros donde
poder alimentaros en un futuro que a otros se nos brindó.
La falta de madurez te pone
un antifaz que no te permite ver lo más adecuado del momento, por eso no supe
aprovechar las oportunidades que se me ofrecieron gracias a vuestro sacrificio.
Hoy hace un año que falta
nuestra MADRE y aunque sea insustituible vosotros continuáis tirando del carro
que es la familia. A todos mis hermanos los quiero con sus defectos y virtudes
(que son muchas) pero mi Evaristo, mi Quini y mi Esperanci, se merecen todo el
cariño del mundo por continuar la lucha.
¡MUÁ, MUÁ Y MUÁ!... ¡NO, NI,
NÁ!
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