lunes, 7 de enero de 2013


A MIS HERMANOS MAYORES

Siempre habéis cargado con unas obligaciones y responsabilidades que os tocó como si hubieseis comprado todos los números de la lotería. Igual que la infantería llegasteis los primeros y por ese simple hecho soportasteis la lucha cuerpo a cuerpo, os tuvisteis que sacrificar para los que veníamos detrás tuviésemos el camino libre, y mientras los demás recogíamos los frutos de la victoria, vosotros os lamiáis las heridas para que otros recibiésemos las medallas de la más dura de las batallas que es la vida.
Los pilares de una familia son los padres, pero los cimientos solo sostienen las vigas y son las traviesas las encargadas de aguantar el peso del techo. Vosotros fuisteis nuestras traviesas y se os quitó de la boca el placer de poder devorar los libros donde poder alimentaros en un futuro que a otros se nos brindó.
La falta de madurez te pone un antifaz que no te permite ver lo más adecuado del momento, por eso no supe aprovechar las oportunidades que se me ofrecieron gracias a vuestro sacrificio.
Hoy hace un año que falta nuestra MADRE y aunque sea insustituible vosotros continuáis tirando del carro que es la familia. A todos mis hermanos los quiero con sus defectos y virtudes (que son muchas) pero mi Evaristo, mi Quini y mi Esperanci, se merecen todo el cariño del mundo por continuar la lucha.
¡MUÁ, MUÁ Y MUÁ!... ¡NO, NI, NÁ!

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