martes, 15 de enero de 2013


MORIR CON DIGNIDAD

Tengo una duda existencial ¿qué epitafio poner en mi tumba? y no es que yo tenga prisa en que esto ocurra, más bien es por pura curiosidad e imaginarme que cara se le quedaría a los visitantes de cementerios cuando lo ojeasen. Pues no me vais a negar que el morbo nos va y cuando acompañamos a dar el último adiós a algún difunto no muy cercano vamos leyendo todas las lápidas como si fuesen las páginas amarillas. Nos fijamos sobre todo en los nombres raros y la edad a la cual fallecieron, sobre todo para sacar la media y hacer un cálculo estimado de los almanaque que nos quedan.
Para hacer un buen epitafio lo primero sería obtener la información de la póliza del Ocaso, por ver si se detalla tipo, tamaño y número de palabras que puede llevar el texto en la lápida. Pues no debe de ser lo mismo que graben el Quijote a que te pongan "Adiós carajote".
Que recargados te presentan los catálogos de las funerarias... cruces, cristos y vírgenes ¡cuánta parafernalia!
-¿No tendrían algún San Lucas de Frasca?
- no... ¡lo siento señor! desconocemos al Santo.
-¡Pues no sabes lo que te pierdes!
En más de una ocasión pensé en dejar de pagar el recibo y donar mi cuerpo a la ciencia, pero me da la impresión que para los futuros galenos puede ser una experiencia tan negativa que abandonen la carrera, pues siendo sincero es que cuando me voy a duchar, desnudo frente al espejo da asquito de verme.
Al final he decidido que me quemen y sin muero con el azúcar alta que hagan garrapiñadas , pero que no me tiren ni al mar ni al campo, mejor por la taza del water ya que es uno de los sitios donde más hora he pasado y donde más alivio he sentido... ¡Eso sí! respetad mis gafas y mi boina a las que les tengo gran estima.
Si por alguna cuestión no se llevasen a cabo mis últimos deseos, me conformo con una puerta y un pomo de donde pueda colgar un cartel como en los hoteles, que diga simplemente..."NO MOLESTEN"

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