Acordes de vida
Soy como soy y no lo puedo evitar. De profesión políticamente
incorrecto y cuando me sacan los pies del tiesto armo la de San Quintín, a las
buenas un ángel y a las malas un diablo. Pero a nadie voy con engaños ya que
tengo una cara tan particular que no tiene músculos para gesticular aquello que
no siento, aunque también sé pedir perdón ya que aunque mi razón esté
trastornada no puedo dejar de reconocer que mi signo es libra y en la balanza
tendré tantos fallos como aciertos.
Me gusta recordar los sueños ya que muchas veces en ellos
descubro al que verdaderamente soy, o más bien sería en el caso de que en esta
vida no existiesen tantos tabús, ni justicias adoctrinadas, ni salvadores de
ovejas en redil. ¿Quién no se enfrenta en los sueños a los monstruos que lo atormenta?...
¿quién no se sintió morir?... ¿quién no mató?... ¿quién no gozó de un desliz
sabiéndose adúltero?
Pero esto solo te lo permites en alucinaciones de cama o sofá,
cuando tu mente galopa a rienda suelta y es tan fuerte la historia que al despertar
te pones tu piel sintiendo escalofríos e incluso te atormentas y sudas de
remordimiento porque tu imaginación si previo aviso hizo que vivieras ilusiones
utópicas que de otra manera serías incapaz.
Estando despierto nadie es capaz de explicar en todo momento
sus verdaderos sentimientos, a no ser que quieras que te tomen por loco y por
consiguiente pienso que la vida es como el teatro, una pura falsa. Pero como
esto es lo que nos ha tocado habrá que seguir actuando aunque graven las
entradas con el 21% para que los cuerdos vengan al espectáculo.
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