VIVIENDO DEL CUENTO
Bajaba las escaleras con gran dificultad, los años y su
frágil osamenta herencia de una mala genética le estaban haciendo estragos.
Llegó hasta su coche que casualmente se encontraba aparcado delante de su
puerta y pulsó el mando a distancia, un sonido electrónico y el parpadeo de los
cuatro intermitentes le indico que las puertas se habían desbloqueado.
A las dos horas bañado en sudor y soportando el dolor del
esfuerzo realizado, contempló con gran satisfacción como en el capó ya no cabía
ni un alfiler. Todo el espacio lo ocupaban garrafas de plástico, por su afición
al "tetris" se había convertido en un gran experto del orden y la
colocación, no era de los horteras que enganchan los pack de yogur en los
laterales del carro del hiper .
Al llegar a la gasolinera detuvo el motor junto al surtidor
número cinco, apoyado en sus muletas se acercó al mostrador y le indicó al
empleado que le liberase la manguera hasta que el terminase.
- ¿Qué surtidor Señor?
- El número cinco y me cago en tu puta madre, porque aunque
no lo digas lo estás pensando.
El trabajador se sonrojó y no supo reaccionar ante aquellas
palabras, se limitó a seguir las ordenes y guardar silencio.
Al salir las puertas de cristal se abrieron al detectar su
presencia, ya cerca del vehículo se colocó un guante de plástico y se hizo con
grifo del surtidor, destapó las garrafas y fue introduciendo el tubo en la boca
de cada una hasta que las tuvo todas llenas.
A dos metro de distancia lanzó la Visa oro que aterrizo tras
un breve planeo sobre el mostrador, el dependiente ya no se atrevió a pedirle
el carné para comprobar su identidad y se limitó a alcanzarle el terminal para
que teclease su clave.
Cuando llegó al club se fue a la taquilla a por las cañas,
antes en la entrada compró unas docenas de muergos y le dijo al patera que
sacara lo que traía en el capó del coche y se lo acercase al barco.
En el vestuario se cambió y se puso su pantalón blanco y el Lacoste
de rayas, se parecía al octavilla de la Antología de Paco Alba. En ese momento
se le escurrió del bolsillo la cartera y al golpear el suelo se abrió dejando a
la vista el tiket del pago en la gasolinera, se puso las gafas del cerca y leyó
25.000€. Visto esto exclamó:
-¡Cojones, lo que ha subido la gasolina!
A renglón seguido puso un cartel en el tablón anunciando que
se regalaba yate y se fue hasta un banco del paseo donde colocó sus cañas sobre
la balaustrada a espera de que algo picara. De repente la espiga de fibra se
curvó, se apresuró en coger la caña . Tras el primer tirón comenzó a darle a la
manivela para recoger el sedal y de las aguas de la bahía brotó un enorme halobatrachus
didactylus (pez sapo), antes de que nuestro ilustre pescador tuviese tiempo a
reaccionar el monstruo marino de un coletazo se lanzo a la boca del adversario
y metiéndole la lengua hasta la garganta le arrió un beso de tornillo que
tardaron en separarlos una hora y tres cuartos.
El 061 solo se pudo limitar a certificar que en el paseo de
la bahía se habían encontrado una rana vestida con un "Chemi" de
rayas y a los elefantes del circo Mundial cantando al son de: -¡SUFRE MAMÓNNN!...
Aunque en honor a la verdad, allí había tanto jaleo que no
tengo muy claro si decían... ¡SUFRE MAMÓN O SUFRE BORBÓN!
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