¡TESQUI YA, FERRAN ADRIA!
Aunque mi Santa sea una Santa (valga la redundancia) yo soy de la opinión
que ante dos huevos fritos con "papas"... cómo al Yuyu, no me importa
que me llamen cabrón.
Qué me gusta redoblar con dos migajones de pan sobre esa yema
amarilla y su mijita de sal, hasta que la hago estallar provocando el aborto
del pollo sin tenerle que dar explicaciones a un juez, ni a la gallina la
pastilla del día después.
Es una conjunción de planetas lo que se produce en el paladar
cuando esa mezcla placentera acompañada de su papa frita hace su aparición a las puertas del palacio de
la boca. Suenan las trompetas que anuncian su llegada soltando el viento que
alivien el ardor de esa pareja de amancebados. Chirrían las bisagras de los
maxilares para abrir esos labios carnosos creando la puerta de entrada desde
donde surge una lengua a modo de alfombra roja al estilo Hollywood, por donde
pasearán cogidos de la mano luciendo la yema una bata de cola blanca como la
espuma, rematada con unos encajes dorados salidos de las manos certeras de una
noble espumadera que va enhebrando el hilo de un aceite en los talleres de la
sartén.
¡Abrid paso al placer de las cosas sencillas! que por ser
huevos con papas no hay que desmerecer y si sencilla ha de ser llevando la
misma mezcla pero con algo más de papas, ¿qué decirle a la tortilla? ...¡GUAPA,
GUAPA Y GUAPA!
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