viernes, 5 de abril de 2013


IMÁN
CAPÍTULO IV
Tras cuatro horas de ardua tarea en la pileta de la tasca ya que esta fue la forma en la que aprendió Imán que para convidar había que llevar dinero. Comenzó a plantearse si aquel evento divino más que beneficiarle lo estaba puteando.
De vuelta en la calle observo su imagen reflejada en un escaparate y diose cuenta que esta desentonaba bastante con la de los demás transeúntes. Lo primero eran sus cabellos que hasta ese momento nunca habían sentido lo que era la caricia de un peine y mucho menos la cremosidad del champú, no se sabía si era liso o rizado por definirlo de alguna manera era de pelo garrapiñado.
Las vestimentas eran de las últimas rebajas de los Almacenes Barcelona y con el efecto de la salitre más el sol habían tomado un color... ¿cómo te diría yo?... indescriptible, chungo, opaco, ofrancisco ¡vamos, del carajo de feo!
Andaba descalzo las prolongaciones en los dedos no se le podían llamar uñas eran caparazones de tortugas, con una capa de costra entre los apéndices que se podían coger muergos y gusanas de canutillo. Lo único más decente eran las durezas de los talones que guardaban cierta similitud con la piedra ostionera.
Con la cabeza gacha anduvo sin destino notando como al paso de la gente su nombre de Imán venía con los polos invertidos, pues más que atraer repelía.
Se asomó en la Divina Pastora y viendo la iglesia vacía se escondió en un confesionario donde se pegó una buena siesta hasta que una voz le despertó.
-"Ave María Purísima"
Imán aun adormilado contestó lo primero que se le vino a la mente.
-¡Purísima... efectivamente! pero si no llega San Gabriel, otro gallo cantaría.
-"Padre ¿usted es nuevo en la parroquia?"
Temeroso de ser descubierto optó por seguirle la corriente afirmando a la pregunta.
-¡Po zi!
"Ya se está notando la mano del Papa nuevo" pensó la pecadora.
- Mi última confesión fue hace… ¡espere un momentito, si no mal no recuerdo por aquel entonces el coche de Puntales llegaba hasta el Mentidero!... ¡Pero qué más da!
- Pido perdón a Dios de Haberme enamorado de un jugador de balonmano, pero que quiere que le diga... si bien jugaba con las manos mejor lo hacía con otra cosa.
- Yo siempre he tratado de ser buena esposa y ha sido mi marido el que me ha liado, pues yo como buena Borbón estaba muy contenta mientras que Iñaki se dedicaba a meter y sacar. Como mucho gritaba como una perra, pero nunca me quejaba.

- HIJA... ¿Y QUÉ TE METÍA?
- ¿Pues qué va a ser? lo que todas las familias pudientes... ¡el dinero en Suiza junto a la herencia de mi abuelo!

-¡YO PENSÉ...

-¡Ojalá piense lo mismo el juez cuando tenga que declarar... que era la polla!

Imán, extendiendo ambas manos o, al menos, la izquierda porque con la otra se la estaba machacando, dijo:

-Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de justicia, cuatro años de prisión y la devolución de lo que habéis mangado.
Antes de que le mandase alguna penitencia, la señora haciéndose la tonta, como su hermana, se dirigió a la puerta donde la esperaban dos escoltas y como alma que persigue el diablo el coche blindado giró a toda velocidad por Hospital de Mujeres, derrapando y colisionando con el cañón que hay en la esquina. Menos mal que está asegurado a todo riesgo con el dinero del contribuyente.
              

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