IMÁN
CAPÍTULO IV
Tras cuatro horas de ardua tarea en la pileta de la tasca ya
que esta fue la forma en la que aprendió Imán que para convidar había que
llevar dinero. Comenzó a plantearse si aquel evento divino más que beneficiarle
lo estaba puteando.
De vuelta en la calle observo su imagen reflejada en un
escaparate y diose cuenta que esta desentonaba bastante con la de los demás
transeúntes. Lo primero eran sus cabellos que hasta ese momento nunca habían
sentido lo que era la caricia de un peine y mucho menos la cremosidad del
champú, no se sabía si era liso o rizado por definirlo de alguna manera era de
pelo garrapiñado.
Las vestimentas eran de las últimas rebajas de los Almacenes
Barcelona y con el efecto de la salitre más el sol habían tomado un color...
¿cómo te diría yo?... indescriptible, chungo, opaco, ofrancisco ¡vamos, del
carajo de feo!
Andaba descalzo las prolongaciones en los dedos no se le
podían llamar uñas eran caparazones de tortugas, con una capa de costra entre los
apéndices que se podían coger muergos y gusanas de canutillo. Lo único más
decente eran las durezas de los talones que guardaban cierta similitud con la
piedra ostionera.
Con la cabeza gacha anduvo sin destino notando como al paso
de la gente su nombre de Imán venía con los polos invertidos, pues más que
atraer repelía.
Se asomó en la Divina Pastora y viendo la iglesia vacía se
escondió en un confesionario donde se pegó una buena siesta hasta que una voz
le despertó.
-"Ave María Purísima"
Imán aun adormilado contestó lo primero que se le vino a la
mente.
-¡Purísima... efectivamente! pero si no llega San Gabriel,
otro gallo cantaría.
-"Padre ¿usted es nuevo en la parroquia?"
Temeroso de ser descubierto optó por seguirle la corriente
afirmando a la pregunta.
-¡Po zi!
"Ya se está notando la mano del Papa nuevo" pensó
la pecadora.
- Mi última confesión fue hace… ¡espere un momentito, si no
mal no recuerdo por aquel entonces el coche de Puntales llegaba hasta el
Mentidero!... ¡Pero qué más da!
- Pido perdón a Dios
de Haberme enamorado de un jugador de balonmano, pero que quiere que le diga...
si bien jugaba con las manos mejor lo hacía con otra cosa.
- Yo siempre he
tratado de ser buena esposa y ha sido mi marido el que me ha liado, pues yo
como buena Borbón estaba muy contenta mientras que Iñaki se dedicaba a meter y sacar.
Como mucho gritaba como una perra, pero nunca me quejaba.
- HIJA... ¿Y QUÉ TE METÍA?
- ¿Pues qué va a ser? lo que todas las familias pudientes... ¡el
dinero en Suiza junto a la herencia de mi abuelo!
-¡YO PENSÉ...
-¡Ojalá piense lo mismo
el juez cuando tenga que declarar... que era la polla!
Imán, extendiendo ambas
manos o, al menos, la izquierda porque con la otra se la estaba machacando, dijo:
-Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por
la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la
remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de justicia, cuatro años
de prisión y la devolución de lo que habéis mangado.
Antes de que le mandase alguna penitencia, la señora haciéndose
la tonta, como su hermana, se dirigió a la puerta donde la esperaban dos escoltas
y como alma que persigue el diablo el coche blindado giró a toda velocidad por Hospital
de Mujeres, derrapando y colisionando con el cañón que hay en la esquina. Menos
mal que está asegurado a todo riesgo con el dinero del contribuyente.
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