IMÁN
CAPÍTULO III
Ya bautizado como Imán se sentó junto a la peña de Juanito
Villar y cuidadosamente desenvolvió el documento que le había sido entregado.
Intentó leer lo que ponía, pero entre que él no había ido ni tan siquiera a la guardería
y que la caligrafía de la virgen era más retorcida que la de un médico con
párkinson, desistió de su intento y fue a la búsqueda de ayuda.
Se paró frente a la estatua de Fernando Quiñones y como no
estaba acostumbrado al trato con la humanidad, decidió utilizar al imagen como
sparring, para y cogiendo práctica y soltura.
-¡Buenos días hombre de bronce! me llamo Imán, no hace falta
que me sonrías. Solamente pretendo intercambiar una serie de conocimientos que
me hagan el devenir del futuro más llevadero, pues hasta ahora mi vida ha sido
un valle de lágrimas y una lucha constante contra las adversidades. Nunca
pretendí llegar a ser lo que fui, pero ya que me han dado una nueva oportunidad
no quisiese desaprovecharla y defraudar a quien me la concedió, que no ha sido
otra que la Sra. de la Primera Compañía Espiritual del Santo Rosario y Coro del
Ave María, Venerable, Antigua e Ilustre, Lasaliana, Franciscana, Vicenciana,
Pontificia, y Real Archicofradía Sacramental de Nuestra Señora de la Palma
Coronada, Agregada a la del Santísimo Nombre de María de la Corte de Roma y del
Santísimo Cristo de la Misericordia y María Santísima de las Penas...
En ese momento tuvo la desdicha de que llegase la Petróleo y
le cortó el repertorio con la intención de venderle un numerito.
¡Numerito!... numerito el que allí se lió, pues Imán tuvo la
ocurrencia de contestar:
-¡Qué me dejes maricón!
La Petróleo se cambió el cinturón rosa fucsia de la bata por
otro negro que llevaba en el bolsillo y que le acreditaba como cinturón negro
primero Dan y luego reciben. Pegó un salto con doble tirabuzón con lo que
aprovecho para hacerse las planchas y la manicura, y antes de tocar el suelo le
lanzo una "patá" en la entlemés de las escolias que mandó al Imán a
un aparcamiento libre que había en la puerta del faro (increíble pero cierto...
no lo de la "patá", si no lo del aparcamiento).
Fernando Quiñones desoldó sus labios de metal para
agradecerle a la Petróleo el haberlo librado de aquel tormento, y la Petróleo
le contestó:
-¡Lo siento cariño, pero esto no te va a salir gratis!
Y le cascó el último numerito y aunque Fernando se quiso
escaquear alegando que no tenía suelto la Petróleo le dijo:
-¡A ti no te lo puedo cobrar en carne, pero en metálico
también lo acepto!
Imán despertó con fuerte dolor de cabeza, no por la patada
recibida, si no por que Seisdedos lo arrastraba con la grúa por estacionar en zona
prohibida por las correspondientes señales y como lo llevaba enganchado del tobillo
la frente le iba rebotando por todos los adoquines del Campo del Sur .
A la altura de la calle Lubet el gruísta frenó bruscamente para
evitar el atropello de una anciana y la fuerza de la inercia hizo que el Imán partiera
el cristal y se colase por la ventana donde Seisdedos iba de copiloto. Imán en una
rápida reacción se sacó del bolsillo del pantalón el susodicho salvoconducto y se
lo presentó al policía como una hoja de alegación.
El Agente como buen capillita, viendo de quien venía la carta
de recomendación opto por dejarlo en libertad ¡Eso sí!... tras sacarle una convidá.
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