Al-Carajo
Título extraño para lo que vengo a contar, pero de gran
significado para los destinatarios (ellos saben el por qué).
La verdadera amistad es un sentimiento imposible de expresar
con palabras. No tiene peso ni medida, son virtudes y defectos que pasan a
formar parte de ti, es la familia escogida en la que sin ellos tu vida deja de
tener sentido. Son tu alegría, tu sufrimiento, tu risa y tu llanto, es un
hombro donde apoyarte y una cabeza a la que apoyar.
Os siento tan adentro que no lo puedo describir. Quisiera
deciros tantas cosas que prefiero no decir nada, solo con una mirada ya sabéis
lo que pienso y me atormento por no encontrar la palabra adecuada, aunque busco
y rebusco no la hallo. Con lo fácil que me resultaría en otros momentos dar
vida a textos que motiven emociones, con vosotros no hay cojones. Sé que no las
necesitáis pues me conocéis mejor que nadie y todo me lo perdonáis, pero yo
quisiera dedicaros mi agradecimiento por ser como sois.
Nos conocimos con churretes y ahora nos queremos con canas.
Cuantos años han pasado, casi medio siglo y aquí seguimos al pie del cañón.
Somos como las orquestas pobres, siempre viajando juntos y dejándonos oír en bodas,
bautizos y comuniones.
Isabel, Mili, Carlos y Manolo son mi familia sin haber nacido
del mismo vientre, sin la intervención de sor María, ni del espíritu santo. Simplemente
fue el destino quien nos dio la oportunidad de conocernos en un BARRIO del cual
surgió esta magia llamada amistad a la que no consigo encontrar el más bello de
los adjetivo para poderla expresar.
Somos un matrimonio de seis, aunque el Papa no nos reconozca.
Para vosotros pedazos de besos, pedazos de abrazos, ¡PEDAZOS
DE MAMONES QUE ME LLEGÁIS AL CORAZÓN!
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