lunes, 15 de octubre de 2012


Récord de Velocidad

¿Os habéis dado cuenta lo que hace tener la de Ubrique poderosa?... ¡Tesquí ya Félix Baumgartner !
Patrocinado por Red Bull, ayudado por la NASA, equipado con traje especial, años de preparación, para pegar un salto de 38 km. y superar la velocidad del sonido, todas las televisiones del mundo pendientes de él para ver si daba el pellejazo y sacarlos en videos de primera...¿Y qué?
¡Igualito que yo!... No le dije nada a nadie, ni tan siquiera me despedí de mis vecinos de Puntales. Me largué a Cazalla de la Sierra, ya que fue en el único lugar donde encontré a alguien que confiase en mi experimento y me diese apoyo moral y económico. Por eso desde este foro permitidme que le mande un saludo a las bodegas de Anís Machaquito.
El problema mío es que soy tan modesto que me creo menos que yo y por eso no voy a bombo y platillo pregonando mis logros. Pero si me prometéis que esto no sale de aquí os contaré mi azaña.
Fijaos bien en las imágenes de televisión ¿no hay un momento en que el Baumgartner se descontrola?... pues eso ocurrió al adelantarlo yo, lo que pasa es que a mí no se me ve ya que Félix iba a la velocidad del sonido y yo a la de la luz. Pero aunque no se me viera mi caída la estaba retransmitiendo desde una emisora de Olvera... ¡Palabrita del niño Jesús!
Al tener menos recursos la misión la emprendí con dos días de antelación. Todo estaba preparado al milímetro, ya no había paso atrás.
La cápsula era un kiosco de Frigo reciclado, lo forré por dentro con cartones de huevos para insonorizarlo y por fuera le di una capa de de manteca ZAS cómo aislante térmico. Un taper con berza, otro con la pringá y dos barras de pan eran todos los complementos que yo necesitaba.
Mi indumentaria estaba compuesta por el típico mono de Astilleros (lo de Astilleros S.A. se lo tapé con una etiqueta a escala del Anís Machaquito) y un casco de "amoto" que le hice caso a un amigo y lo pedí integral, pensé que en vez de un casco me iban a dar otra barra de pan, que no hubiese venido mal pues al final el chorizo me lo comí a palo seco. Lo de la berza y la pringá estaba estudiado ya que yo tenía pensado metérmela entre pecho y espalda minutos antes de lanzarme, así cogería más peso y alcanzaría mayor velocidad de caída ¿Y por qué berza y no otra comida?... ¡fácil!... solamente con el peso y la inercia no alcanzaría la velocidad pretendida, y estaba claro que con habichuelas y garbanzos obtendría la ayuda de la PEOPULSIÓN, gran fuente de energía que se renueva día tras día sin necesidad de baterías.
Hicieron falta seis botellas de gas y trescientos globos de feria para que la nave se elevase. Profesor, me acordé de ti pues de todos los globos elegí para las esquinas los de Bob Esponja, era como hacerte un pequeño homenaje.
Mientras subía camino de las estrellas mi Santa me decía adiós con lágrimas en los ojos, se quedó más tranquila cuando le dije por señas que las tarjetas y la cartilla se me habían olvidado en la mesita de noche.
Tardé en llegar a Ganimedes casi el mismo tiempo que el 2 de Loreto a la Plaza de España. Una vez allí pensé... ¡Ya que estoy en Ganimedes! ¿por qué coño no me acerco a Reticulín?...así también lo conozco, si al fin y al cabo está a dos paso.
Ganimedes... ¡Bien!... Raticulín... ¡Un rollazo, también gobierna el PP!
Antes de lanzarme me puse los tapones de cera para que no se me taponaran los oídos en el descenso y cuando alcancé la velocidad de la luz me puse las gafas de sol. Todo salió según lo previsto, aterricé justo en la azotea de mi casa, los cordeles frenaron la caída evitando un gran carajazo... ¡bueno!... los cordeles y las bragas de mi vecina que son más grande que la colchoneta de los bomberos.
Aunque así que aquí de nuevo me encuentro, despacito y sin hacer ruido como dice mi Profesor.


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