martes, 7 de agosto de 2012


LA MEDALLA OLÍMPICA

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Así culmina el soliloquio Segismundo en la obra de Calderón de la Barca, La Vida es sueño... ¡Y digo yo!: - Llamándose Calderón y teniendo barca ¿no sería este de Puntales?.
Perdonad esta introducción pero son los efectos del levante y aunque el día de la quedada lo que soplaba era el poniente, aquella alegría, más de cinco horas de saludos, besos, bebidas, fotos y conversación, con la dosis adecuada de tele y de olimpiadas consiguieron un coctel en mi mente que cuando caí en la cama no daba crédito a lo que soñaba.
Vestidos con unos chándal  que tenían más adornos que un árbol de navidad (diseñados por Manolo y Rufino, antiguos sastres de los Almacenes Barcelona) y representando a Puntales como equipo de natación sincronizada, estábamos en la villa olímpica, Lucas, el Nono y yo.
El entrenador era un técnico en lavadoras y se empeñaba que hiciésemos la coreografía metiendo la cabeza en la piscina para hacer prelavado, lavado y centrifugado. Las cervicales no nos respondieron, el vértigo apareció y con él los mareos por lo que llenamos la piscina con los avíos del puchero incluyendo la pringá, la tuvieron que cerrar y poner bandera roja prohibiendo el baño.
Tras el primer entrenamiento y el resultado obtenido optamos por mandarle al entrenador un aviso falso de avería, la dirección que le dimos fue C/ Ancha nº 3-bajo D - Sídney (Australia). El carajote se lo tragó y ya nos libramos de él para toda la competición.
Ahora era cosa nuestra montar la coreografía. Decidimos cambiar la piscina por un jacuzzi buscando la espectacularidad del efecto burbuja. Y dijo Lucas: -¡A esto le falta color!... no le faltaba razón por lo que le hicimos caso y vaso a vaso fuimos llenando la bañera de tinto con Casera.
La música se la dejamos al Nono que para eso es un maestro, observando lo frikis que son los hijos de la Gran Bretaña eligió la más casposa y saco una cassette de gasolinera con los grandes éxitos de Las Grecas.
Llegó el día de la competición y allí estábamos los tres con los Meybas de cuadritos y los manguitos de Bob Esponja, ya que Lucas se empeñó en que nos servirían de amuleto. Comenzó por megafonía a sonar la melodía... ¡Te estoy amando locamente pero no sé cómo...
Todos los guiris flipaban mientras nosotros metíamos el dedo gordo del pie para probar como estaba el líquido elemento... 7º temperatura idónea. Entramos al jacuzzi con gran armonía exhibiendo nuestros espectaculares cuerpos (sin cachondeo que esto es algo serio, que está en juego una medalla para el barrio). Ya en posición de sentados y dejando que el burbujeo jugara con nuestras "pelotas" se sumaron a la coreografía tres camareros vestidos de bandoleros, entre los que se encontraba Jesús Mencho, portando tres platos de queso Payoyo y otros tres de gambas blancas que depositaron en el borde de la piscina.
Que éxito, con qué sincronía pelábamos las gambas, cómo primero lo olíamos y después degustábamos el Payoyo, para no atragantarnos a la de tres nos dábamos una ahogadilla donde aprovechábamos para coger el buche de tinto con Casera.
Cuando acabamos con los platos el público aplaudía a rabiar y gritaban... ¡otra, otra, otra!, repetimos dos veces más la actuación y ya nos salimos de la piscina para que no se nos cortara la digestión.
Por supuesto que nos llevamos el oro... y las toallas del hotel, pero lo más emocionante fue vernos a los tres llorar mientras interpretaban el himno nacional titulado "PUNTALES... NO, NI, NÁ"
Cuando desperté pensé que el sueño era real pues aun me sentía mojado y cómo los sueños, sueños son... resultó que me había "meado".


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