LA
MEDALLA OLÍMPICA
¿Qué
es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Así culmina el soliloquio
Segismundo en la obra de Calderón de la Barca, La Vida es sueño... ¡Y digo yo!:
- Llamándose Calderón y teniendo barca ¿no sería este de Puntales?.
Perdonad esta introducción
pero son los efectos del levante y aunque el día de la quedada lo que soplaba
era el poniente, aquella alegría, más de cinco horas de saludos, besos,
bebidas, fotos y conversación, con la dosis adecuada de tele y de olimpiadas
consiguieron un coctel en mi mente que cuando caí en la cama no daba crédito a
lo que soñaba.
Vestidos con unos chándal que tenían más adornos que un árbol de navidad
(diseñados por Manolo y Rufino, antiguos sastres de los Almacenes Barcelona) y representando
a Puntales como equipo de natación sincronizada, estábamos en la villa olímpica,
Lucas, el Nono y yo.
El entrenador era un técnico
en lavadoras y se empeñaba que hiciésemos la coreografía metiendo la cabeza en
la piscina para hacer prelavado, lavado y centrifugado. Las cervicales no nos
respondieron, el vértigo apareció y con él los mareos por lo que llenamos la piscina
con los avíos del puchero incluyendo la pringá, la tuvieron que cerrar y poner
bandera roja prohibiendo el baño.
Tras el primer entrenamiento
y el resultado obtenido optamos por mandarle al entrenador un aviso falso de avería,
la dirección que le dimos fue C/ Ancha nº 3-bajo D - Sídney (Australia). El
carajote se lo tragó y ya nos libramos de él para toda la competición.
Ahora era cosa nuestra
montar la coreografía. Decidimos cambiar la piscina por un jacuzzi buscando la
espectacularidad del efecto burbuja. Y dijo Lucas: -¡A esto le falta color!...
no le faltaba razón por lo que le hicimos caso y vaso a vaso fuimos llenando la
bañera de tinto con Casera.
La música se la dejamos al
Nono que para eso es un maestro, observando lo frikis que son los hijos de la
Gran Bretaña eligió la más casposa y saco una cassette de gasolinera con los
grandes éxitos de Las Grecas.
Llegó el día de la
competición y allí estábamos los tres con los Meybas de cuadritos y los
manguitos de Bob Esponja, ya que Lucas se empeñó en que nos servirían de
amuleto. Comenzó por megafonía a sonar la melodía... ¡Te estoy amando locamente
pero no sé cómo...
Todos los guiris flipaban
mientras nosotros metíamos el dedo gordo del pie para probar como estaba el
líquido elemento... 7º temperatura idónea. Entramos al jacuzzi con gran armonía
exhibiendo nuestros espectaculares cuerpos (sin cachondeo que esto es algo
serio, que está en juego una medalla para el barrio). Ya en posición de
sentados y dejando que el burbujeo jugara con nuestras "pelotas" se
sumaron a la coreografía tres camareros vestidos de bandoleros, entre los que
se encontraba Jesús Mencho, portando tres platos de queso Payoyo y otros tres
de gambas blancas que depositaron en el borde de la piscina.
Que éxito, con qué sincronía
pelábamos las gambas, cómo primero lo olíamos y después degustábamos el Payoyo,
para no atragantarnos a la de tres nos dábamos una ahogadilla donde aprovechábamos
para coger el buche de tinto con Casera.
Cuando acabamos con los
platos el público aplaudía a rabiar y gritaban... ¡otra, otra, otra!, repetimos
dos veces más la actuación y ya nos salimos de la piscina para que no se nos
cortara la digestión.
Por supuesto que nos
llevamos el oro... y las toallas del hotel, pero lo más emocionante fue vernos
a los tres llorar mientras interpretaban el himno nacional titulado
"PUNTALES... NO, NI, NÁ"
Cuando desperté pensé que el
sueño era real pues aun me sentía mojado y cómo los sueños, sueños son...
resultó que me había "meado".
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