miércoles, 11 de julio de 2012


De San Fermín a San Lucas de Frasca

Antes de ayer me lié la manta a la cabeza... y me la volví a desenliar porque no veas el calor que hacía. Con las ideas en caliente tomé la decisión de darle un nuevo rumbo a mi vida y vivir nuevas experiencias sin evaluar las posibles consecuencias.
Me metí en google buscando un vuelo barato y mira por donde encontré uno de ida y vuelta a Pamplona por 15 euros. No me lo pensé dos veces y saqué los billetes sin mirar tan siquiera de donde ni a qué hora salía el vuelo.
Salté corriendo para el hospital, no es que me pasase "na", fui a buscar a mi hermano Makeke para pedirle prestado un pijama blanco de enfermero. Por el camino paré en un chino y me compré un pañuelo rojo. Ya tenía el uniforme completo de pamplonica y como  hacía Orson Welles me dispuse a disfrutar de San Fermín.
De vuelta a casa me puse a imprimir la reserva y cuán grande fue la sorpresa al leer que el vuelo partía a las pocas horas de Algodonales. Y pensé yo: ¿en Algodonales aeropuerto?...  ¡Me voy una semana a Chiclana y como el Rajoy hace lo que le da la gana, habrá hecho otro aeropuerto para quitarle carga de trabajo al de Castellón!... ¡Vamos, digo yo!
Antes de salir para la sierra le pedí al de la tienda un Viva Cádiz, pues los navarros me parece a mí que van de "enteraos", yo los he visto en la tele que hasta para correr delante de los toros se llevan el diario para saber cómo va la prima de riesgo. ¡Y yo no voy a ser menos!
Quedé con mi compadre Antonino para que me recogiese con el taxi, no le pago ni el gasoil, eso sí... una vez al mes me trae a las niñas a comer, solo son tres, pero se comen una furgoneta del Mercadona. Cuando hago cuentas al cabo del año resulta que las letras del taxi el que las pago soy yo.
A las dos de la tarde en Algodonales hasta las moscas duermen la siesta, con una calor que hasta a la cigüeña le chorreaba el sudor por el campanario de la iglesia dejando un charco en la puerta de entrada... ¡por cierto, que es la misma que de salida!
Del bar de la esquina salió un tipo con mono de cuero, casco y su lata de cerveza de la Cruzcampo, se presentó como el comandante de vuelo con destino a Pamplona. Yo me quedé pasmado... ¡que detallazo por parte de la aerolínea, mandan al comandante a recogerte en persona! en otras ocasiones que he salido de casa a la puerta del aeropuerto me esperaba un tío, que no era ni oficial de tercera administrativo, con un cartón donde ponía Sr. Casas.
Tras saludarme y ofrecerme un buchito de la lata me metió en un Land Rover y tomamos el camino para la pista de despegue. Después de media hora con tracción a las cuatro ruedas subiendo la sierra del Lijar comprendí en qué consistía tal ganga.
Comandante: - Esta es la pista de poniente y en menos de cinco minutos despegamos en parapente.
Cuando yo miré para abajo y vi un desnivel de cerca de 900 metros, me caí de espaldas y perdí el conocimiento. Me despertó la tos producto de la contaminación mientras surcábamos el cielo de Madrid, yo me acordé del eslogan de los madrileños... ¡de Madrid al suelo! y de nuevo me desvanecí. Al pasar por Logroño ya estaba del viaje hasta la rima, solo fue abrir los ojos y fumigué los viñedos de habichuelas con babetas, por eso aconsejo a los etnólogos que a la cosecha del 2012 cataloguen sus vinos de Rioja como excelentes ya que seguramente vendrán en un kit con tapa incluida.
A la siete de la mañana con el estómago revuelto me dejó el comandante en Pamplona a la misma puerta de los corrales de Sto. Domingo, donde comienzan los encierros. Yo me despedí con un apretón de manos y cagándome en  "to sus muertos", le dije que no pasase a recogerme que lo mismo a la fresquita me volvía andando para Cádiz.
Sin reponerme del trance veo que tiran un cohete y suena el chupinazo, se abren las puertas de los corrales y allí me veo yo con mi traje de enfermero, mi pañuelo y mi Viva Cádiz frente a una estampida de cuernos. ¡Me cagué! y ya me di por muerto cuando escucho un rechinar de pezuñas de toros y cabestros que están frenando en seco, a menos de medio metro de mi observo como derrapan y vuelven a los corrales a la voz de cabrón el último.
Los pamplonicas se arrodillaron ante mi gritando milagro y exclamando ¡aleluya... aleluya!, yo como buen puntaleño no me pude contener y les contesté:-¡pues cógela que es tuya!. Viendo el éxito aproveche para predicar el evangelio según S. Lucas de Frasca, quedaron todos contentos y me convidaron en una tasca ya de camino les pedí que hicieran un escote y me pagaran el viaje de vuelta, pero en Iberia... que esta compañía sí que es ¡"pa" matarse!
De vuelta y en clase VIP, me devanaba los sesos pensando en lo ocurrido sin encontrar la explicación. Aburrido me dispuse a pegarle un repaso al Viva Cádiz que aun lo llevaba en la mano, y cuál fue mi sorpresa cuando vi en portada y a toda página la foto de la alcaldesa. Esa era la solución, no se trató de una obra divina, fue la cara de la Teo que no tiene arreglo ni con Photoshop, hasta el ganado se asustó volviendo a los corrales y gracias a esto hoy estoy de vuelta en casa escribiendo para Puntales.


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