De
San Fermín a San Lucas de Frasca
Antes de ayer me lié la
manta a la cabeza... y me la volví a desenliar porque no veas el calor que
hacía. Con las ideas en caliente tomé la decisión de darle un nuevo rumbo a mi
vida y vivir nuevas experiencias sin evaluar las posibles consecuencias.
Me metí en google buscando
un vuelo barato y mira por donde encontré uno de ida y vuelta a Pamplona por 15
euros. No me lo pensé dos veces y saqué los billetes sin mirar tan siquiera de
donde ni a qué hora salía el vuelo.
Salté corriendo para el
hospital, no es que me pasase "na", fui a buscar a mi hermano Makeke
para pedirle prestado un pijama blanco de enfermero. Por el camino paré en un
chino y me compré un pañuelo rojo. Ya tenía el uniforme completo de pamplonica
y como hacía Orson Welles me dispuse a disfrutar
de San Fermín.
De vuelta a casa me puse a
imprimir la reserva y cuán grande fue la sorpresa al leer que el vuelo partía a
las pocas horas de Algodonales. Y pensé yo: ¿en Algodonales aeropuerto?... ¡Me voy una semana a Chiclana y como el Rajoy
hace lo que le da la gana, habrá hecho otro aeropuerto para quitarle carga de
trabajo al de Castellón!... ¡Vamos, digo yo!
Antes de salir para la
sierra le pedí al de la tienda un Viva Cádiz, pues los navarros me parece a mí
que van de "enteraos", yo los he visto en la tele que hasta para
correr delante de los toros se llevan el diario para saber cómo va la prima de
riesgo. ¡Y yo no voy a ser menos!
Quedé con mi compadre
Antonino para que me recogiese con el taxi, no le pago ni el gasoil, eso sí...
una vez al mes me trae a las niñas a comer, solo son tres, pero se comen una
furgoneta del Mercadona. Cuando hago cuentas al cabo del año resulta que las
letras del taxi el que las pago soy yo.
A las dos de la tarde en
Algodonales hasta las moscas duermen la siesta, con una calor que hasta a la
cigüeña le chorreaba el sudor por el campanario de la iglesia dejando un charco
en la puerta de entrada... ¡por cierto, que es la misma que de salida!
Del bar de la esquina salió
un tipo con mono de cuero, casco y su lata de cerveza de la Cruzcampo, se
presentó como el comandante de vuelo con destino a Pamplona. Yo me quedé
pasmado... ¡que detallazo por parte de la aerolínea, mandan al comandante a
recogerte en persona! en otras ocasiones que he salido de casa a la puerta del
aeropuerto me esperaba un tío, que no era ni oficial de tercera administrativo,
con un cartón donde ponía Sr. Casas.
Tras saludarme y ofrecerme
un buchito de la lata me metió en un Land Rover y tomamos el camino para la
pista de despegue. Después de media hora con tracción a las cuatro ruedas
subiendo la sierra del Lijar comprendí en qué consistía tal ganga.
Comandante: - Esta es la
pista de poniente y en menos de cinco minutos despegamos en parapente.
Cuando yo miré para abajo y
vi un desnivel de cerca de 900 metros, me caí de espaldas y perdí el
conocimiento. Me despertó la tos producto de la contaminación mientras
surcábamos el cielo de Madrid, yo me acordé del eslogan de los madrileños...
¡de Madrid al suelo! y de nuevo me desvanecí. Al pasar por Logroño ya estaba
del viaje hasta la rima, solo fue abrir los ojos y fumigué los viñedos de habichuelas
con babetas, por eso aconsejo a los etnólogos que a la cosecha del 2012
cataloguen sus vinos de Rioja como excelentes ya que seguramente vendrán en un
kit con tapa incluida.
A la siete de la mañana con
el estómago revuelto me dejó el comandante en Pamplona a la misma puerta de los
corrales de Sto. Domingo, donde comienzan los encierros. Yo me despedí con un
apretón de manos y cagándome en "to
sus muertos", le dije que no pasase a recogerme que lo mismo a la
fresquita me volvía andando para Cádiz.
Sin reponerme del trance veo
que tiran un cohete y suena el chupinazo, se abren las puertas de los corrales y
allí me veo yo con mi traje de enfermero, mi pañuelo y mi Viva Cádiz frente a
una estampida de cuernos. ¡Me cagué! y ya me di por muerto cuando escucho un
rechinar de pezuñas de toros y cabestros que están frenando en seco, a menos de
medio metro de mi observo como derrapan y vuelven a los corrales a la voz de
cabrón el último.
Los pamplonicas se
arrodillaron ante mi gritando milagro y exclamando ¡aleluya... aleluya!, yo
como buen puntaleño no me pude contener y les contesté:-¡pues cógela que es
tuya!. Viendo el éxito aproveche para predicar el evangelio según S. Lucas de
Frasca, quedaron todos contentos y me convidaron en una tasca ya de camino les
pedí que hicieran un escote y me pagaran el viaje de vuelta, pero en Iberia... que
esta compañía sí que es ¡"pa" matarse!
De vuelta y en clase VIP,
me devanaba los sesos pensando en lo ocurrido sin encontrar la explicación.
Aburrido me dispuse a pegarle un repaso al Viva Cádiz que aun lo llevaba en la
mano, y cuál fue mi sorpresa cuando vi en portada y a toda página la foto de la
alcaldesa. Esa era la solución, no se trató de una obra divina, fue la cara de
la Teo que no tiene arreglo ni con Photoshop, hasta el ganado se asustó
volviendo a los corrales y gracias a esto hoy estoy de vuelta en casa
escribiendo para Puntales.
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