martes, 12 de junio de 2012


¡ANDE YO CALIENTE Y RÍASE LA GENTE!

Sé que me expongo a las críticas cuando me ven aparecer con la cámara a cuestas llegar a la Plazoleta, e incluso muchos dirán: -¿Dónde irá este tonto?
Quizás hasta lleven razón, ya que desde fuera se ven las cosas de distinta manera y no seré yo el que les contradiga ¿Qué les voy a decir?
Es difícil explicar el pellizco nervioso que siento en la boca del estomago cuando entro en Puntales… ¿el por qué? Ni yo mismo lo sé, es la misma sensación que cuando me presentaba a un examen, y no lo entiendo por qué me pasa... si haciendo esto ni busco el aprobado ni le temo al suspenso.
¿Será por las emociones que concibo charlando con mis vecinos? son ellos los que me cuentan y yo me limito a escuchar tratando de ponerme al día para recuperar los años perdidos. Me codeo con ángeles y demonios sin miedo a que me contagien bondades ni maldades, a mi edad ya estoy vacunado contra todo. Tampoco soy quién para juzgarlos, ni tan siquiera diría aquello de:-¡Y el que esté libre de pecados que tire la primera piedra!... no le suceda a más de uno que por creerse santo quiebren la cabeza del prójimo o les venga de rebote y se descalabren ellos mismo por carajote.
Los deseos materiales son simples banalidades que vuelan cuando se obtienen, y lo que creíamos cómo un goce supremo al poco tiempo de tenerlo en nuestras manos vemos qué: -¡Bueno…  no está mal! y nos quedamos con cara de memo, descubriendo y aceptando que aquello que tanto deseábamos por el hecho de poseerlo ya nos aburre, resulta que perdió el encanto.
Es el magia de aquellas pequeñas cosas lo que más nos aporta y satisfacen, pero por lo general no se trata de algo material e incluso para que sea perdurable no cabría ni tan siquiera que rozase lo carnal.
El amor, el cariño, la amistad… ¿son perfectos? Es indudable que NO, pero esas imperfecciones son las que aumentan su valor.
Esto es lo que me enamora de Puntales, sus defectos y su aire a pueblo que lo hace totalmente humano.
Soy un simple observador, no voy de predicador aunque mi amigo Lucas me llame Maestro… ¿veis lo que os digo? Con eso sí que se me cae la baba, con haber encontrado a un aliado como el Gran Lucas… y aun me parece una broma del destino que sin apenas vernos nos hayamos conocido. Y no creo errar cuando os digo que somos dos tipos transparentes, como los camarones vivos.
Cuanta mentira hay en ese refrán que con índole moralizante nos dice:- ¡Dimes con quién andas y te diré quién eres!...
Amigo no te dejes llevar por las apariencias que más bolsillos para robar dinero tienen un traje que un pantalón vaquero.
Aunque más daño haga una mala lengua que una daga, seguiré bajando al Barrio cada vez que me venga en gana, pues recibir un abrazo sincero eso no tiene precio y es con lo que me quedo.
Prefiero tropezar cientos de veces en la misma piedra que desconfiar siempre de la palabra amistad, es sinónimo de afecto, apego y con esto es suficiente. Pienso que tener un amigo no es tener un siamés, la amistad siempre perdura más allá de la distancia y el tiempo.
No es la amistad algo contra lo que tengamos que parapetarnos, simplemente es que somos retorcidos.
¿Sabéis lo que os digo?... Mua, mua y mua para los que me consideréis un amigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario