SENTIMIENTO
DEPRESIVO
Es aquel conocido coñazo que aparece cuando menos te lo
esperas arrimándose como una lapa, que cuando tratas de darle esquinazo cambia
su ruta el hijo la gran puta y te dice: - ¡Qué casualidad yo voy al mismo
sitio!
Quien no ha vivido esa escena surrealista donde te
arrepientes de la educación recibida que no te da la opción de mandarlo al
carajo y de manera insoportable sigues recibiendo un daño cerebral que
penetrando por los oídos te llega a reventar la bolsa escrotal, con un monólogo
sin sentido que ni te va ni te viene y que cuando vuelves la cara con ánimo de
que haya desaparecido ves que aun lo tienes junto a ti como si formase parte de
tu costillar:
- ¿Por qué no te callas?
Esta depresión debe de ser republicana y a palabras de
Borbón, oídos sordos.
Surge cual conejo en chistera, como genio de lámpara, pero
tarda más en desaparecer que una culebrina, dicho con más pamplinas herpes
zóster y aunque sean leyendas urbanas temes que se unan cabeza con cola
produciéndote una asfixia mortal por lo que comienzas a respirar con tal
rapidez que terminas por inyectarte una sobredosis de oxigeno dejando tu mente
en una burbujeante excitación que todo lo que piensas es una pura pedorreta.
Lo bueno que tiene esta situación es que descubres cómo todos
los demás tienen hecho un máster en psicología, lo único que les falta es
comprarse un diván en ikea pues tiene muy claras las ideas sobre lo que tienes
que hacer para salir de la crisis, son los Mariano Rajoy de la psiquiatría y te
aconsejan como los poseedores de la razón absoluta siendo grandes conocedores
de las profundidades mentales.
Aunque el colega sigue comiéndome la oreja ya poco a poco me
voy acostumbrando y con el paso de los años lo voy escuchando como el que
escucha llover.
Profesor, aun me cuesta pulsar las teclas pero no te
preocupes que yo sé que cuento con tu muleta para volverme a levantar...
¡MUASK, MUASK Y MUASK!
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