CARTA DE DESPEDIDA
Querido Bene, cuando me he enterado de lo tuyo no salía del
asombro, me quedé "estumefacto" ¡Yo cómo no soy creyente, pues no me
lo podía creer!... ¡Pero es verdad! algo tenía que ser, si "to er mundo lo
dicía"!: -¡Que mala cara tiene este "gaché"!... ¡yo se lo
achacaba a que los zapatos coloraos te quedaban chicos! ¡porque no me vayas a
"dicí" que era por un "doló" de espalda por tanta pala y
pico!
Cuando en mi último escrito me cagué en las castas de Colón y
del que trajo la "papa", no me refería a ti... ¡pichita mía! Yo nunca
me hubiese atrevido y no te des por aludido, si con esto te ofendí te juro que
me arrepiento pues antes de acordarme de tus casta, yo soy más partidario de
acordarme de tus muertos.
¡Hay que ver! ¿quién te iba a decir cuando estabas en las
juventudes hitlerianas que acabarías con sotana?... Tú es que siempre fuiste
muy cariñoso y seguro que te metiste en la iglesia porque te gustaban mucho los
niños.
Bene, no me parece mal que te marches para descansar pero lo
que nunca te voy a perdonar, es que lo mismo que nos quitaste del portal a la
mula y el buey podías haber metido en el mismo paquete a Mariano y al Rey;
porque estos dos sí que están montando un "Belén".
Espero que el día que vayas a partir con dios no sufras
mucho, pues te recuerdo que tú nunca fuiste partidario de la eutanasia. Otra
cosa, olvídate de tu antiguo oficio de inquisidor y no busque mucho por tus
nuevos aposentos, ya sabes que en los conventos te puedes encontrar muchas
cosas... entre otras más de un feto debajo de alguna losa.
Los trabajadores de "DUREX" y mis amigos los
homosexuales te mandan saludos y aplauden tu valiente decisión. Yo como estamos
en carnavales te despido como se hace con uno de los mejores chirigoteros:
¡¡¡yyyyyyyyyynnnn.... CABRÓN!!!
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