Un
niño no deseado
Capítulo
II
El ser un niño sin nombre no
es difícil de llevar, cuando tu apodo te gusta. ¿Para qué ponerte un santo? Si fue
santa la inquisición…y además llamarse Jorge, que todo el mérito que hizo el
cruzado fue de matar a un dragón… ¡ y van y se lo creen !. Yo me quedo con Koe
y como mucho le corté el rabo a una lagartija.
A pesar de todo no me puedo
quejar pues fui recibido con gran calor familiar. En un piso tan pequeño diez
personas allí viviendo, dos periquitos, un mono, y en la cocina puchero
hirviendo… ¿Me vas a decir que no?... ¡ Eso sí que da calor !.
Si alguno habéis visto la
película TRANSFORMERS, esa era mi casa cuando llegaba la noche. El sofá se
hacía cama, el mueble bar…cama, el aparador…cama, y así sucesivamente. Es más
cuando se acostaba toda la gente el portón quedaba blindado, no por seguridad,
es que aquello era un “tetris” y todo encajaba a la perfección…¿a ver quien
tenía cojones de poder abrir el portón?.
Poco a poco fui creciendo,
por mi carácter introvertido y cabezón… ¡bueno!...lo de cabezón era también
algo físico… ¡A lo que iba!... Con seis años hubiese vendido mi alma al diablo
por un kalashnikov, -¿Qué para qué?... para cargarme a mis hermanos. Eran una
panda de maltratadores psíquicos. Imaginaros un niño como yo… “pequeño, peludo,
suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón”, resumiendo;
CARAJOTE. Mis hermanos cantando a coro:
¡Koíto
llora!…
¡Koíto
llora!…
Y como yo era tan obediente,
pues lloraba.
Menos mal que eso fue un
periodo corto de tiempo, a los quince años se olvidaron ya de mí.
Hoy en día daría la vida por
ellos, sobre todo si me invitan a papas con choco.
¡Por cierto!... ¿a que no os
habéis fijado cuan de erótico es el diminutivo de mi apodo?.
Volvamos a mi infancia.
Enclenque, torpe con los pies, más lento que el discurso de navidad del Borbón,
tropezaba con un papel de fumar y me caía de boca echándome las rodillas abajo,
a los tres días tenía dos postillas como tortas de Inés Rosales. Parece increíble
que yo sobreviviese al Puntales de aquella época…¡Menos mal que no nací en los
grupos de la marina!
El puro instinto de
supervivencia me hizo agudizar el ingenio y arrimarme a los más fuertes. En
esos años uno de los superhéroes del barrio era Miguel “El Viudo”, buen amigo
de la C/ Real que me sacó de muchos apuros.
Solo en Puntales se les ocurría
apodar “El Viudo” a un niño… ¿no sabéis que la iglesia no le permitiría casarse
tan joven?, ¿Cómo iba a enviudar?.
A pesar de todo mi niñez no
fue tan lánguida y está cargada de anécdotas que os comentaré en otros capítulos.
Siempre que escribo tengo en
la mente al que será para siempre mi gran amigo y hermano del alma, Faly Gaviño.
Tengo una imagen imborrable grabada en mi mente y mi corazón, me veo con él,
los brazos sobre los hombros del otro, con las narices pegadas al escaparate de
la droguería de Luís “El Cabeza”, el vaho nubla el cristal por el que miramos
los juguetes en la víspera del día de reyes. En ese cristal quedaron muchas
ilusiones y muchos mocos.
¡Hasta pronto vecinos!
Tengo que llamar a Miguel (el viudo) para que vea esto, gracias koe, continua sin prisas pero sin muchas pausas.
ResponderEliminar